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Níjar

Por los campos de Níjar
Níjar, la tierra blanca, emerge de las faldas de Sierra Alhamilla a medio camino entre el Desierto de Tabernas y la costa mediterránea. Habitada desde la Prehistoria, la Villa de Níjar, alcanzó su máximo esplendor en la época musulmana. Ibn al-Jatib ya mencionó las maravillas de esta tierra en tiempos de Al-Andalus cuya impronta ha quedado imperecedera en sus estrechas callejuelas, sus blanquísimas fachadas y casas con planta en cubo.

Sus calles son un colorista laberinto, pintado de blanco y flores, coronado por una peculiar iglesia de estilo mudéjar: la parroquia de Nuestra Señora de la Asunción, presente en el pueblo desde el siglo XVI y decorada con un interesante artesonado mudéjar.

Los barrios donde mejor se aprecian los orígenes árabes son los de la Atalaya y el Portillo. Cuestas infinitas, macetas colgantes, terrazas al sol y resguardados zaguanes configuran la distribución de sus calles con su típico orden y desorden. Pero sin duda, lo más conocido de Níjar son las jarapas las cuales protagonizan el legado artesanal del pueblo junto con la alfarería y el esparto. Colorista y alegre la cultura artesanal de Níjar es una de sus principales fuentes económicas. El que visite este pueblo no podrá escapar a la tentación de los souvenirs.

En la cercana aldea de Huebro, en Sierra Alhamilla, se puede apreciar toda la extensión de los Campos de Níjar. La ermita de Huebro y los restos de una fortaleza musulmana nos transportan al pasado y detienen el tiempo. Los cercanos parajes naturales de Sierra Alhamilla y Desierto de Tabernas complementan la visita a la comarca de Nïjar donde, durante muchos años, sus habitantes tuvieron que sobrevivir en un hostil paraíso natural. Juan Goytisolo en su obra Campos de Nïjar (1959) relata su fascinación por esta tierra y la particular situación de su gente.

 

LOCALIZACIÓN
36.9631016,-2.2101604
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